El viernes pasado, caminando por la zona de mi oficina a la hora de mi break del cigarrito decidí meterme a un lugarcillo típico madrileño para acompañar el cigarro con un café.
El local era atendido por un chino y en la barra había un hombre que tomaba su café con leche acompañado de algo parecido a un pan.
De pronto entran un par de amigos, de avanzada edad pero muy bien conservados.
Uno de ellos pide entonces al chino un par de orujos, cosa que no hizo más que sorprenderme (orujo a las 10:30 hrs, quieranse un poquito). Para quien no lo sepa, el orujo es un aguardiente local que suele tomarse como digestivo.
“Chino, ponme uno blanco y otro verde para el gay de mi amigo. Que el verde es para gays ¿no?”
Una vez que les han servido los orujos y tras el primer sorbo, le dice a su amigo.. “ y ¿si nos hacemos gays? Podríamos casarnos gracias a las nuevas leyes. Nos casaríamos y adoptaríamos a un par de niñas de 18 años, de preferencia polacas”.
Al terminar su orujo (de un trago) y después de reflexionarlo el otro señor le contesta a su amigo, “y ¿qué hago con mi mujer y mi novia?”.
Durante toda la conversación no pude evitar tener una amplia sonrisa, me pareció de lo más simpática y divertida la escena y todo gratis.
Más tardé pensé que así quiero llegar a viejo, con un amigo del alma al lado y con ese sentido del humor que muchas veces se va perdiendo por las preocupaciones triviales del día a día.
Lleguemos a viejos juntos y riendo como reían estos amigos que además de regalarme un gran momento me dieron una buena lección.