
Desde hace unos meses he romanceado con la idea de escribir una serie compuesta por entradas, de extensión desconocida, dedicadas al análisis del estado de nuestro país en estos tiempos.
A la fecha no he dado estructura a la idea y por lo tanto no sé de cuántas entradas se compondrá una serie como la que he pensado.
¿De dónde es que salió la idea? Esta idea surge de la impotencia que me causa ver la descomposición, en todos los sentidos, que vive nuestro país. Surge como una respuesta a la eterna pregunta ¿qué puedo hacer por mi país, desde el lugar en el que estoy parado?
Considero, y seguro que la mayoría de mexicanos estarán de acuerdo conmigo, que tenemos un país maravilloso, un país y una cultura privilegiadas, un país con todos los elementos para estar dentro de la lista de países líderes en la arena internacional.
La riqueza de nuestra cultura y nuestro país han cautivado (y lo siguen haciendo) tanto a nacionales como a extranjeros.
Contamos con un sinnúmero de recursos naturales, biodiversidad y ecosistemas que son considerados como patrimonio de la humanidad.
Tenemos una gastronomía que se encuentra entre las primeras cocinas del mundo. Una cocina llena de colores y sabores, que sólo en México se pueden encontrar.
Con todo esto y mucho más que seguro se me ha pasado mencionar ¿cómo es que nos hemos metido en donde estamos ahora? ¿Cómo es que México de pronto está en estado de guerra? ¿Por qué en los foros internacionales México ha perdido peso? ¿En qué momento Brasil rebasó a México y se posicionó como el líder de Latinoamérica? ¿A qué hora perdimos los mexicanos el control de nuestras ciudades?
Por des fortuna, la respuesta a todas estás y más preguntas no es sencilla. Uno puede dar respuestas simplistas que sin embargo acaban por llevarnos al punto inicial y así situarnos ante las mismas incógnitas.
A mi manera de ver, todos estos hechos son producto de una mezcla de factores. Son el resultado de procesos que se han venido dando al menos los últimos 50 años y quizá la pregunta más importante de todas sería ¿y ahora qué?
Con esta serie no pretendo llegar al fondo del problema, con seguridad me quedaré corto contestando a todos estos planteamientos.
El objetivo de la serie es exponer mi punto de vista. compartir mi visión con la esperanza de que si hay en ella algo de valor, se haga eco que pueda generar un cambio.
Muchos son los factores que hacen que la realidad sea la que es hoy en Nuestro México.
¿Quién quiere a México? A veces cuando volteo a ver los sucesos en nuestro país la primera respuesta que viene a la cabeza es: Nadie. Después, ya más optimista, pienso en todas las personas que a diario se esfuerzan por que nuestro país sea un lugar mejor, personas que luchan porque México vuelva a ser ese actor importante en la región, que tienen esperanza de que pronto saldremos de esta oscuridad para encontrarnos con ese lugar maravilloso que es México.
Terminemos con ese vicio de echar la culpa a los demás. De cargarle el muerto al gobierno y a sus dirigentes. Que si bien tienen mucho de responsabilidad, no son los únicos responsables, así como (tristemente) tampoco serán quienes resuelvan el problema.
Dice el dicho que "a grandes males, grandes soluciones" ¿Cuál será esa gran solución?
¿Quién quiere a México?
¿La clase política que sólo piensa en su propio beneficio?
¿La clase empresarial a quien no le importa pasar por encima de los intereses comunes, siempre que esto les represente agregar otro cero a sus ya obesas cuentas?
¿Las mafias organizadas a quienes la sociedad civil no les significa nada?
Es importante aclarar que a lo largo de la serie estaré hablando desde la primera persona del plural "Nosotros", responsabilizando así a todos y cada uno de los habitantes de nuestro país. No por eso quiero decir que todos compartimos los mismos vicios y males.
La intención es involucrar a todos porque creo que así como todos somos parte del problema, somos también parte de la solución.
De antemano quiero pedir disculpas si alguien se siente ofendido. Recuerden: a quien le quede el saco que se lo ponga; y de paso, el que esté libre de culpa que tire la primera piedra.
Lo primero que viene a mi mente cuando pienso en la fuente de los problemas del México del siglo XXI es que los mexicanos somos en exceso individualistas.
Para los mexicanos, mientras nosotros estemos bien, el de al lado que se joda. En futuras entradas ya daré algunos ejemplos de esta conducta que lo único que ocasiona es la desarticulación de la sociedad.
Como ejemplo, sólo basta con visualizarse a uno cuando va conduciendo, todos nos creemos que tenemos la preferencia, yo paso primero y luego ya el resto.
¿Quién quiere a México?
¿Los aficionados del fútbol a los que cada cuatro años se nos vende la ilusión de que ahora sí tenemos la mejor de los selecciones con clara opción a llevarse el título?
Cada cuatro años se repite la misma historia. Vivimos la primera ronda con muchas expectativas, un componente de nervios (porque muchas veces se pasa de panzaso) y apoyando a la selección con todo.
Nada más llega la siguiente ronda, México es eliminado de la competencia y entonces empiezan los insultos a los seleccionadores, jugadores, directivos, etc.
En ese momento ya escondemos nuestro sombrero de charro mexicano, se acaba el romance con el país y delante aparecen toda la bola de pendejos que son responsables de un nuevo fracaso de nuestra selección.
De las 32 aficiones que asistimos a esta fiesta, la mexicana apoyamos a nuestra selección insultando y metiéndonos con la afición y el equipo contrario. Pareciera que para los mexicanos insultar a los contrarios es sinónimo de apoyo a los suyos. No se trata pues de ser mejores sino de resaltar los defectos de los otros.
Fuimos la única afición de la que se reportó un incidente de violencia entre connacionales.
Segundos después de que Argentina eliminará a los nacionales ya estábamos buscando culpables y pretextos. Perdimos por una combinación desafortunada de un gol en claro fuera de lugar, un horrendo pase de un defensa al que no quiero mencionar, más una serie de factores que hicieron imposible que los nuestros cumplieran el sueño de calificar por primera vez en la historia a la ronda de cuartos de final; en copas disputadas fuera del territorio nacional.
En ningún momento se nos ocurrió pensar en que quizá el buen fútbol y calidad superior mostrada en el partido por parte de la selección argentina fueran la razón de este nuevo fracaso.
¿Cómo puede ser? Antes de reconocer, mejor poner pretextos y excusarse con cualquier cosa que esté a nuestro alcance.
Y claro ya entrados en gastos, TODOS (sin excepción) los integrantes del equipo mexicano son unos pendejos.
Mientras en el palco de la FEMEXFUT los mexicanos dejan de ser eso, mexicanos. Para pasar a ser "los bien" vs. "los nacos"; sin darse cuenta de que los roles están invertidos; "los bien" actúan como unos verdaderos "nacos", mientras que "los nacos" haciéndola de "los bien" se defienden de una agresión que es producto de la frustración con un componente de prepotencia.
Así es, en México todos son nacos menos yo (y mi familia y amigos claro está). Si esto es así entonces nos hay más remedio, México es un país de nacos. Ya habrá también oportunidad de hablar del México de las etiquetas.
Espero de todo corazón que toda esta verborrea, además de parecerles amena e interesante los invite a la reflexión y traiga consigo la respuesta que todos queremos escuchar: “Yo quiero a México”.